Saludos estimados lectores y sean bienvenidos. En esta ocasión reproduciremos un artículo llamado “Vítores
y “hieroglificos”: celebraciones triunfales en la ciudad de Lima”, por vez
primera expuesto junto a otras ponencias en el XVII Coloquio de Historia de
Lima, evento organizado por el ilustre Profesor Emérito de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos Miguel Maticorena Estrada. Espero les sea de su agrado.
XVII
Coloquio de la Historia de Lima
Exposición:
Vítores
y “hieroglificos”: celebraciones triunfales en la ciudad de Lima.
Por Juan Carlos TALAVERA VELEZMORO
Resumen
Relato de las celebraciones académicas que se
suscitaban en la ciudad por parte de estudiantes y diversos participantes, tras
oposiciones de cátedra o algún doctoramiento. En estos eventos públicos se
juntaba todo tipo de personas de la ciudad, lo que daba lugar a una serie de
sabrosas anécdotas que pintan con mejor precisión costumbres de una época ya
olvidada.
Palabras
clave: vítor, oposiciones, vítor limeño, Ciudad de Lima, Universidad San Marcos y tradiciones, víctor Universidad Salamanca.
Hay un aspecto bastante pintoresco sobre la historia universitaria de los países que comparten herencia hispánica y que llama la atención de diferentes investigadores: la costumbre del pueblo de vitorear a quienes habían alcanzado un grado mayor en la Universidad, una cátedra o un puesto importante dentro de una organización religiosa.
Para visualizar esta clase de celebraciones el
primer referente sería Semana Santa en Ayacucho: procesiones solemnes, luego
fiesta en la plaza, bandas de músicos, en algunos casos corrida de toros y todo
sazonado de algarabía por doquier. Pero tanta fiesta no era solo exclusividad
de la cultura universitaria. Las diferentes órdenes y conventos celebraban a
sus nuevos líderes y la gente, alegre, participaba con sus ocurrencias. Coplas
triunfales recorrían las bocas de los limeños de antaño, tal como ésta que data
de 1617, compuesta tras la elección de la abadesa del monasterio de la
Santísima Trinidad (Valera, 1939: 343)
¡Vítor la madre abadesa
Modelo de santidad!
¡Vítor a la lega y profesa
Vítor
la comunidad!
A esto se le llamó vitorear, es decir, hacer vivas
triunfantes. Naturalmente no solo la alegría inundaba las calles. En las oposiciones
sostenidas para cátedras habían animadores y simpatizantes para el bando de
cada quien. El ambiente era tenso cuando la competencia se veía reñida y el
prestigio de una orden dependía de mantener una cátedra o asumir una nueva al
finalizar el duelo intelectual. Una colisión de bandos era en ocasiones
inevitable.
Como lo relata el clérigo Juan Antonio Suardo en el “Diario
de Lima”, durante el concurso de oposición que hubo para la cátedra de prima de
teología en 1629, entre el Padre dominico Fray Juan de Arguinao y el Dr. Pedro
de Ortega, la plazuela de la Universidad y su patio estuvo abarrotada de gente
por varios días. Esto mientras duraba el proceso desde la pica de puntos, como
se le llamaba a la asignación de temas objeto de argumentación, del primer
opositor hasta la elección y posterior celebración del nuevo catedrático. En el
caso señalado un total de nueve días: del 11 al 19 de noviembre.
Estudiantes, curiosos y miembros de todas las
ordenes saturaban las calles de Lima cual enjambre. Para poder lograr un sitio la
gente se subía hasta en los techos de los generales (Fig. 1). Se cuenta que el
día 13, en que Fray Juan de Arguinao leyó su “lección”, para prevenir mayor
alboroto del que era ya sufrido, el Real Acuerdo envía a San Marcos a un licenciado,
al Capitán de la Guardia, al Alguacil Mayor de Corte, a 12 alabarderos y a 20
soldados. Anecdóticamente unos estudiantes se resistieron a la justicia y le
tiraron dos pepinazos al Alcalde de corte que tuvo que disimular la injuria con
bastante compostura.
Ya para el día 17 la cantidad de gente menguó. Aún
así muchos empezaron a apostar sobre quién ganaría y otros, enervados por la
rivalidad, se agarraron a puñetazo limpio. Habría que hacer hincapié en un
detalle proporcionado por Suardo: entre los improvisados boxeadores se contaban
frailes y clérigos. A partir de esta clase de excesos la Universidad norma
explícitamente que a las oposiciones no podían asistir personas ajenas al
universo de votantes. En las constituciones de San Marcos de 1735 se deja leer
entre líneas que algunos vitoreadores tenían la costumbre de pasear día y noche
con armas por las calles, hecho del que resultaban “tantas desgracias”.
Lo mismo sucedía con las tomas del grado doctoral, como
lo advierte Luis Antonio Eguiguren en su obra Alma Mater, relatando que durante este tipo de celebraciones había estudiantes
que, bajo la influencia del “vino de Castilla”, se paseaban arengando al nuevo
doctor o afrentándolo con mordaz ingenio. Corresponde a la siguiente copla una
socarrona protesta ante el grado otorgado por la Universidad al Teniente
Coronel Jorge Escobedo en 1788. (Valera, 1939: 343)
Si en Roma el emperador
Calígula por su mano,
declaró Cónsul romano
a su caballo andador,
no es de admirar que el Rector,
por su sola autoridad,
ultrajando a la ciudad,
como quien se tira un pedo,
haya hecho miembro a Escobedo
de aquesta Universidad.
Tanto
alboroto se armaba, según Eguiguren, que los estudiantes iban a luz de antorcha
disparando “salvas de pólvora”, algo que es bastante revelador sobre los
excesos estudiantiles en la Lima antigua. Las armas de fuego, como las
punzocortantes, estaban prohibidas por la jurisdicción universitaria bajo pena
de ser confiscadas por el bedel y vendidas para ganancia de las arcas de la
Universidad. (Fig. 2)
Volviendo
al relato de la oposición, habría que cerrar la idea diciendo que el Dr. Ortega
fue quien ganó la cátedra. Para la opinión de la época fue ésta una de las
oposiciones más reñidas. Luego de conocerse el resultado la celebración no fue
poca.
Este mismo día, como a
las dos de la tarde, salió la cathedra de prima a favor del señor Pedro de
Ortega (…) y le pasearon por la ciudad con tan luzido acompañamiento que jamas
en este Reyno se ha visto tal exceso y en muchas partes por donde passo se le
avian puesto execelentes hieroglificos desta victoria y desde las ventanas se
derramaron mucha cantidad de dulces y aguas de olor y hubo muy grandes repiques
de campanas en la yglessia Metropolitana y en otras y a la noche muchas
luminarias y fuego con que se regocijó toda la ciudad. (Valera 1939:346)
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Figura 3. Víctor en la iglesia de la Compañía en Arequipa. Foto: JCT |
En
el Diccionario de Autoridades (1739) la palabra vitor es inmediatamente referida a victor antecediéndola esta última por un lógico orden alfabético. Igualmente
sucede con el diccionario de la RAE en su ediciones de 1780, 1783 y 1791
señalado en todas que es voz latina y que se acostumbra omitir la letra “C” por
suavizar la pronunciación.
Sea
entonces la letra “C” o una luna estilizada este símbolo está formado de los
componentes de sus letras superpuestos y mezclados. Dando un paseo por las
calles de Salamanca pueden apreciarse los vítores dibujados sobre las paredes
de los edificios históricos en honor a las glorias académicas alcanzadas y que
hoy llaman la atención como eco del pasado. Se dice que para pintarlos se
utilizaba sangre de toro y barniz, por eso siempre su color encarnado. Para los
grados de teología y artes en lugar de sangre se utilizaban pigmentos vegetales,
pero conservando la tonalidad rojiza. Tal vez porque el gules, o rojo según la
heráldica, significa entre otras cosas victoria.
A
pesar de no existir en Lima rastros de aquellas antiguas pintas se sabe que
también era una tradición heredada e internalizada como parte de la cultura
local. En la ciudad de Lima, durante oposiciones, ningún estudiante podía
dibujar vítores antes de saberse quién era el ganador, esto bajo pena de
privársele el voto según las constituciones de San Marcos donde se lee
específicamente: “Yten que el estudiante
que dixere o publicare por quien ha de votar, o apellidare su nombre, diciendo,
fulano victor (..) no pueda votar ni se le admita su voto en aquella cathedra.”
const. CVII. 1581. (Eguiguren 1951:193)
Para
llegar más allá de la simple hipótesis se debe observar fuera de Lima buscando pruebas
de lo testimoniado por crónicas y coplas de antaño. Si un investigador sabe qué
va a buscar podrá hallar maravillas. Sobre una de las paredes del convento de
la Compañía en Arequipa, olvidado y expuesto a las inclemencias del tiempo,
están los vítores peruanos dibujados anunciando algún antiguo triunfo (Fig. 4).
Lo mismo sucede con las paredes de la Catedral del Cuzco (Fig. 5) y de la
iglesia de la Compañía del mismo departamento y, si se presta atención, hay
muchas más pintas en las iglesias circundantes de la capital incaica,
lamentablemente con gran deterioro e ilegibles. Estas pintas o “graffitis”
coloniales son la voz y testimonio del pasado. Son prueba de todo lo relatado.
Son una pequeñísima parte de nuestro oceánico patrimonio. Se constituyen hoy,
desde esta toma de conciencia sencilla, como parte de nuestro ADN cultural y
parte de la identidad de lo que significa en el siglo XXI ser peruano.
Conclusiones
y recomendaciones:
- La vida estudiantil en Lima no era “monástica”
como en algún momento se pensó. Sucedieron grandes escándalos que tenían
como protagonistas los excesos y picardías de los estudiantes sanmarquinos,
así como de las autoridades. No se puede asumir la conducta real de una
sociedad a través de leer las pulcras disposiciones de las leyes y
constituciones… a menos que leamos entre líneas.
- El anagrama de vítor y la costumbre de vitorear
no eran tradiciones privativas de Salamanca. Prueba de ello son las
crónicas y documentos que así lo testimonian, los vítores encontrados en
otras ciudades como en Sevilla y, ahora, los hallados en Arequipa y Cuzco.
- El anagrama de vítor al ser parte de la
identidad sanmarquina puede revalorarse y rescatarse del olvido, tal como
lo hizo la Universidad de Salamanca, que hoy tras cada nuevo Doctor Honoris Causa manda a pintar
en sitio destacable el vítor que conmemora la feliz honra de la más alta
distinción académica.
- Las pintas de vítores encontradas en las distintas paredes de iglesias en Arequipa y Cuzco están en peligro de desaparecer. Al ser nuestro patrimonio cultural deben ser protegidas y restauradas para su mayor apreciación. Corresponde aquella labor a las autoridades a quienes competa la responsabilidad (INC). Esto enriquecería el circuito turístico de cada ciudad, ya que apela al nicho del mercado de turismo investigativo.
“Vítores
y “hieroglificos”: celebraciones triunfales en la ciudad de Lima”, Historia de
Lima: XVII Coloquio de Historia de Lima, diciembre 2010 (Lima), Ed. UNMSM.
*ACTUALIZACIÓN 2012.
A pesar de esta última consideración, la realidad muestra que el escudo de Benedicto XVIII tiene una luna invertida, sin duda herencia de su noble linaje familiar. Esta seña heráldica adorna varios espacios de la Salmanticense academia. Basta con ver la fachada oriental de la Universidad de Salamanca que lo coloca justo bajo los blasones de Castilla y León. Se ha creído que el dicho popular “poner sobre los cuernos de la luna”, para alabar desmedidamente a alguien, se origina en Salamanca y que al antiguo “vítor de los sabios” se le añadía una luna con los cuernos bocabajo en honra y memoria del Papa Luna. Para el escritor José María Irribarren este supuesto origen salmantino del dicho no es completamente cierto. El uso figurativo de la luna, que muestra sus cuernos en presagio positivo, puede rastrearse hasta Virgilio (70-19 a.C.) quien dice: “Si en el cuarto creciente -presagio cierto- camina blanca por el cielo con los cuernos afilados, todos los días que vendrán hasta el fin del mes estarán libres de lluvias y de vientos, y los marineros, seguros y a salvo, darán las gracias en la playa”.
Pienso
que en líneas generales hay tres tipos de vítores que se pueden identificar
claramente según lo visto hasta el momento. Circunscribo la clasificación excluyendo
las variaciones del modelo que solo sean estéticas.
Por
un lado, el anagrama dibujado completamente en pronunciación latina
V-I-C-T-O-R; por el otro tendríamos el antiguo
“vítor de los sabios” sin la "C" y, finalmente, el V-I-T-O-R al que se le añade
una luna echada en la parte inferior del anagrama para encumbrar más el triunfo del
vitoreado. Entre ellos los hay antiguos y aquellos dibujados modernamente pero -hasta
donde compete a este artículo- no se puede precisar si entre uno u otro hay
algún tipo de diferenciación emanada de la tradición.
Tanto
en Salamanca como en Sevilla, los vítores se alternan entre distintos modelos,
a diferencia de aquellos encontrados hasta el momento en Perú que no tienen ni
la letra C, ni tampoco la luna sobre sus cuernos; aunque sea advertida la palabra V-I-C-T-O-R en las constituciones coloniales de la Universidad limeña.
FUENTES
Documentos:
Constituciones, y ordenanzas
antiguas, añadidas, y modernas de la Real Vniuersidad, y Estudio General de San
Marcos de la Ciudad de los Reyes del Peru. Lima (1735),
Imprenta Real, por Felix de Saldaña y Flores.
Artículo:
Homenaje a Menéndez Pelayo. Diario ABC (Madrid), 01.08.1954, pp. 11
Sitios
web:Artículo:
Homenaje a Menéndez Pelayo. Diario ABC (Madrid), 01.08.1954, pp. 11
http://buscon.rae.es/ntlle/SrvltGUISalirNtlle,
Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua
Española, consultado el lunes, 25/01/2010, 5:00 pm.
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1954/08/01/001.html, ABC Hemeroteca, viernes,
25/05/2012, 6:40 pm.
http://www.heraldicabc.com/, “Manual de
Heráldica”, Gabinete Heráldico: ABC de la
Heráldica, consultado el lunes, 25/01/2010, 7:00 pm.
Bibliografía:
ÁLVAREZ Villar, Julián.
La
Universidad de Salamanca: Arte y tradiciones. 5ta ed.
Salamanca (1993), Ediciones Universidad de Salamanca.
EGUIGUREN,
Luis Antonio
Alma Mater: Orígenes de la
Universidad de San Marcos (1551 – 1579). Lima (1939), Ed.
Limitada No. 49.
EGUIGUREN,
Luis Antonio.
Historia de la Universidad. Tomo
I, La universidad en el siglo XVI, Volumen II, Las Constituciones de la
Universidad y otros Documentos, Lima/Perú (1951), Editorial Universidad de San
Marcos, publicaciones del cuarto centenario.
IRIBARREN,
José María; ROMERA,
José María.
El porqué de los dichos: sentido,
origen y anécdota de los dichos, modismos y frases proverbiales de España con
otras muchas curiosidades. España (2005), Institución
Príncipe de Viana.
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Rodríguez Juan Luis; HERNÁNDEZ,
de Castro Jerónimo.
Ceremonias y grados en la
Universidad de Salamanca, Una aproximación al protocolo académico.
Salamanca (2004), Ed. Universidad de Salamanca.
VALERA,
José M.
El virreinato del Perú: Historia
crítica de la época colonial, en todos sus aspectos.
Lima (1939).
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