viernes, 25 de mayo de 2012

Vítores y “hieroglificos”: celebraciones triunfales en la ciudad de Lima.

Saludos estimados lectores y sean bienvenidos. En esta ocasión reproduciremos un artículo llamado “Vítores y “hieroglificos”: celebraciones triunfales en la ciudad de Lima”, por vez primera expuesto junto a otras ponencias en el XVII Coloquio de Historia de Lima, evento organizado por el ilustre Profesor Emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos Miguel Maticorena Estrada. Espero les sea de su agrado.
XVII Coloquio de la Historia de Lima
Exposición:

Vítores y “hieroglificos”: celebraciones triunfales en la ciudad de Lima.
Por Juan Carlos TALAVERA VELEZMORO
Resumen
Relato de las celebraciones académicas que se suscitaban en la ciudad por parte de estudiantes y diversos participantes, tras oposiciones de cátedra o algún doctoramiento. En estos eventos públicos se juntaba todo tipo de personas de la ciudad, lo que daba lugar a una serie de sabrosas anécdotas que pintan con mejor precisión costumbres de una época ya olvidada.

Palabras clave: vítor, oposiciones, vítor limeño, Ciudad de Lima, Universidad San Marcos y tradiciones, víctor Universidad Salamanca.

Hay un aspecto bastante pintoresco sobre la historia universitaria de los países que comparten herencia hispánica y que llama la atención de diferentes investigadores: la costumbre del pueblo de vitorear a quienes habían alcanzado un grado mayor en la Universidad, una cátedra o un puesto importante dentro de una organización religiosa.
Para visualizar esta clase de celebraciones el primer referente sería Semana Santa en Ayacucho: procesiones solemnes, luego fiesta en la plaza, bandas de músicos, en algunos casos corrida de toros y todo sazonado de algarabía por doquier. Pero tanta fiesta no era solo exclusividad de la cultura universitaria. Las diferentes órdenes y conventos celebraban a sus nuevos líderes y la gente, alegre, participaba con sus ocurrencias. Coplas triunfales recorrían las bocas de los limeños de antaño, tal como ésta que data de 1617, compuesta tras la elección de la abadesa del monasterio de la Santísima Trinidad (Valera, 1939: 343)
¡Vítor la madre abadesa
Modelo de santidad!
¡Vítor a la lega y profesa
Vítor la comunidad!
A esto se le llamó vitorear, es decir, hacer vivas triunfantes. Naturalmente no solo la alegría inundaba las calles. En las oposiciones sostenidas para cátedras habían animadores y simpatizantes para el bando de cada quien. El ambiente era tenso cuando la competencia se veía reñida y el prestigio de una orden dependía de mantener una cátedra o asumir una nueva al finalizar el duelo intelectual. Una colisión de bandos era en ocasiones inevitable.
Figura. 1. Antiguo edificio de San Marcos en la Plaza de las Tres Virtudes.
Como lo relata el clérigo Juan Antonio Suardo en el “Diario de Lima”, durante el concurso de oposición que hubo para la cátedra de prima de teología en 1629, entre el Padre dominico Fray Juan de Arguinao y el Dr. Pedro de Ortega, la plazuela de la Universidad y su patio estuvo abarrotada de gente por varios días. Esto mientras duraba el proceso desde la pica de puntos, como se le llamaba a la asignación de temas objeto de argumentación, del primer opositor hasta la elección y posterior celebración del nuevo catedrático. En el caso señalado un total de nueve días: del 11 al 19 de noviembre.
Figura 2. Aula Salmantina. Puerta de Incunables.
Estudiantes, curiosos y miembros de todas las ordenes saturaban las calles de Lima cual enjambre. Para poder lograr un sitio la gente se subía hasta en los techos de los generales (Fig. 1). Se cuenta que el día 13, en que Fray Juan de Arguinao leyó su “lección”, para prevenir mayor alboroto del que era ya sufrido, el Real Acuerdo envía a San Marcos a un licenciado, al Capitán de la Guardia, al Alguacil Mayor de Corte, a 12 alabarderos y a 20 soldados. Anecdóticamente unos estudiantes se resistieron a la justicia y le tiraron dos pepinazos al Alcalde de corte que tuvo que disimular la injuria con bastante compostura.  
Ya para el día 17 la cantidad de gente menguó. Aún así muchos empezaron a apostar sobre quién ganaría y otros, enervados por la rivalidad, se agarraron a puñetazo limpio. Habría que hacer hincapié en un detalle proporcionado por Suardo: entre los improvisados boxeadores se contaban frailes y clérigos. A partir de esta clase de excesos la Universidad norma explícitamente que a las oposiciones no podían asistir personas ajenas al universo de votantes. En las constituciones de San Marcos de 1735 se deja leer entre líneas que algunos vitoreadores tenían la costumbre de pasear día y noche con armas por las calles, hecho del que resultaban “tantas desgracias”.
Lo mismo sucedía con las tomas del grado doctoral, como lo advierte Luis Antonio Eguiguren en su obra Alma Mater, relatando que durante este tipo de celebraciones había estudiantes que, bajo la influencia del “vino de Castilla”, se paseaban arengando al nuevo doctor o afrentándolo con mordaz ingenio. Corresponde a la siguiente copla una socarrona protesta ante el grado otorgado por la Universidad al Teniente Coronel Jorge Escobedo en 1788. (Valera, 1939: 343)
Si en Roma el emperador
Calígula por su mano,
declaró Cónsul romano
a su caballo andador,
no es de admirar que el Rector,
por su sola autoridad,
ultrajando a la ciudad,
como quien se tira un pedo,
haya hecho miembro a Escobedo
de aquesta Universidad.
 
Tanto alboroto se armaba, según Eguiguren, que los estudiantes iban a luz de antorcha disparando “salvas de pólvora”, algo que es bastante revelador sobre los excesos estudiantiles en la Lima antigua. Las armas de fuego, como las punzocortantes, estaban prohibidas por la jurisdicción universitaria bajo pena de ser confiscadas por el bedel y vendidas para ganancia de las arcas de la Universidad. (Fig. 2)
Volviendo al relato de la oposición, habría que cerrar la idea diciendo que el Dr. Ortega fue quien ganó la cátedra. Para la opinión de la época fue ésta una de las oposiciones más reñidas. Luego de conocerse el resultado la celebración no fue poca.
Este mismo día, como a las dos de la tarde, salió la cathedra de prima a favor del señor Pedro de Ortega (…) y le pasearon por la ciudad con tan luzido acompañamiento que jamas en este Reyno se ha visto tal exceso y en muchas partes por donde passo se le avian puesto execelentes hieroglificos desta victoria y desde las ventanas se derramaron mucha cantidad de dulces y aguas de olor y hubo muy grandes repiques de campanas en la yglessia Metropolitana y en otras y a la noche muchas luminarias y fuego con que se regocijó toda la ciudad. (Valera 1939:346)
Figura 3. Víctor en la iglesia de la Compañía en Arequipa. Foto: JCT
Otra costumbre por parte de quienes celebraban, según lo que señala la crónica, era la de pintar “hieroglificos”. A estas pintas se les llamó “vítores” o anagramas de “victor” que traducido del latín significaría vencedor o aquel que “consigue la victoria”. Algunos entendidos interpretan que en realidad el símbolo corresponde a las letras de la palabra “vítor” y que luego tras los favores concedidos por Benedicto XIII a la Universidad de Salamanca, en agradecimiento se comenzó a dibujar una luna, en su fase de creciente menguante que estilizada se lee como una “C”. Dentro de la ciencia heráldica se interpreta como un tipo de “creciente”, pero se debe tomar en cuenta que este símbolo inclinado, sea hacia la derecha o izquierda, representa el decaimiento de la fortuna.* (Fig. 3)
En el Diccionario de Autoridades (1739) la palabra vitor es inmediatamente referida a victor antecediéndola esta última por un lógico orden alfabético. Igualmente sucede con el diccionario de la RAE en su ediciones de 1780, 1783 y 1791 señalado en todas que es voz latina y que se acostumbra omitir la letra “C” por suavizar la pronunciación.  
Sea entonces la letra “C” o una luna estilizada este símbolo está formado de los componentes de sus letras superpuestos y mezclados. Dando un paseo por las calles de Salamanca pueden apreciarse los vítores dibujados sobre las paredes de los edificios históricos en honor a las glorias académicas alcanzadas y que hoy llaman la atención como eco del pasado. Se dice que para pintarlos se utilizaba sangre de toro y barniz, por eso siempre su color encarnado. Para los grados de teología y artes en lugar de sangre se utilizaban pigmentos vegetales, pero conservando la tonalidad rojiza. Tal vez porque el gules, o rojo según la heráldica, significa entre otras cosas victoria.
A pesar de no existir en Lima rastros de aquellas antiguas pintas se sabe que también era una tradición heredada e internalizada como parte de la cultura local. En la ciudad de Lima, durante oposiciones, ningún estudiante podía dibujar vítores antes de saberse quién era el ganador, esto bajo pena de privársele el voto según las constituciones de San Marcos donde se lee específicamente: “Yten que el estudiante que dixere o publicare por quien ha de votar, o apellidare su nombre, diciendo, fulano victor (..) no pueda votar ni se le admita su voto en aquella cathedra.” const. CVII. 1581. (Eguiguren 1951:193)
Para llegar más allá de la simple hipótesis se debe observar fuera de Lima buscando pruebas de lo testimoniado por crónicas y coplas de antaño. Si un investigador sabe qué va a buscar podrá hallar maravillas. Sobre una de las paredes del convento de la Compañía en Arequipa, olvidado y expuesto a las inclemencias del tiempo, están los vítores peruanos dibujados anunciando algún antiguo triunfo (Fig. 4). Lo mismo sucede con las paredes de la Catedral del Cuzco (Fig. 5) y de la iglesia de la Compañía del mismo departamento y, si se presta atención, hay muchas más pintas en las iglesias circundantes de la capital incaica, lamentablemente con gran deterioro e ilegibles. Estas pintas o “graffitis” coloniales son la voz y testimonio del pasado. Son prueba de todo lo relatado. Son una pequeñísima parte de nuestro oceánico patrimonio. Se constituyen hoy, desde esta toma de conciencia sencilla, como parte de nuestro ADN cultural y parte de la identidad de lo que significa en el siglo XXI ser peruano.

Figura 4. Pintas y víctores en una pared de la iglesia de la Compañía. Arequipa. Foto: JCT
Figura 5. Víctor en la iglesia Catedral de Cuzco. Foto: JCT
Conclusiones y recomendaciones: 
  1. La vida estudiantil en Lima no era “monástica” como en algún momento se pensó. Sucedieron grandes escándalos que tenían como protagonistas los excesos y picardías de los estudiantes sanmarquinos, así como de las autoridades. No se puede asumir la conducta real de una sociedad a través de leer las pulcras disposiciones de las leyes y constituciones… a menos que leamos entre líneas.
  2. El anagrama de vítor y la costumbre de vitorear no eran tradiciones privativas de Salamanca. Prueba de ello son las crónicas y documentos que así lo testimonian, los vítores encontrados en otras ciudades como en Sevilla y, ahora, los hallados en Arequipa y Cuzco.
  3. El anagrama de vítor al ser parte de la identidad sanmarquina puede revalorarse y rescatarse del olvido, tal como lo hizo la Universidad de Salamanca, que hoy tras cada nuevo Doctor Honoris Causa manda a pintar en sitio destacable el vítor que conmemora la feliz honra de la más alta distinción académica.
  4. Las pintas de vítores encontradas en las distintas paredes de iglesias en Arequipa y Cuzco están en peligro de desaparecer. Al ser nuestro patrimonio cultural deben ser protegidas y restauradas para su mayor apreciación. Corresponde aquella labor a las autoridades a quienes competa la responsabilidad (INC). Esto enriquecería el circuito turístico de cada ciudad, ya que apela al nicho del mercado de turismo investigativo.        
“Vítores y “hieroglificos”: celebraciones triunfales en la ciudad de Lima”, Historia de Lima: XVII Coloquio de Historia de Lima, diciembre 2010 (Lima), Ed. UNMSM.

*ACTUALIZACIÓN 2012.

A pesar de esta última consideración, la realidad muestra que el escudo de Benedicto XVIII tiene una luna invertida, sin duda herencia de su noble linaje familiar. Esta seña heráldica adorna varios espacios de la Salmanticense academia. Basta con ver la fachada oriental de la Universidad de Salamanca que lo coloca justo bajo los blasones de Castilla y León. Se ha creído que el dicho popular “poner sobre los cuernos de la luna”, para alabar desmedidamente a alguien, se origina en Salamanca y que al antiguo “vítor de los sabios” se le añadía una luna con los cuernos bocabajo en honra y memoria del Papa Luna. Para el escritor José María Irribarren este supuesto origen salmantino del dicho no es completamente cierto. El uso figurativo de la luna, que muestra sus cuernos en presagio positivo, puede rastrearse hasta Virgilio (70-19 a.C.) quien dice: “Si en el cuarto creciente -presagio cierto- camina blanca por el cielo con los cuernos afilados, todos los días que vendrán hasta el fin del mes estarán libres de lluvias y de vientos, y los marineros, seguros y a salvo, darán las gracias en la playa”.

Pienso que en líneas generales hay tres tipos de vítores que se pueden identificar claramente según lo visto hasta el momento. Circunscribo la clasificación excluyendo las variaciones del modelo que solo sean estéticas.

Por un lado, el anagrama dibujado completamente en pronunciación latina V-I-C-T-O-R; por el otro tendríamos el  antiguo “vítor de los sabios” sin la "C" y, finalmente, el V-I-T-O-R al que se le añade una luna echada en la parte inferior del anagrama para encumbrar más el triunfo del vitoreado. Entre ellos los hay antiguos y aquellos dibujados modernamente pero -hasta donde compete a este artículo- no se puede precisar si entre uno u otro hay algún tipo de diferenciación emanada de la tradición.  

Tanto en Salamanca como en Sevilla, los vítores se alternan entre distintos modelos, a diferencia de aquellos encontrados hasta el momento en Perú que no tienen ni la letra C, ni tampoco la luna sobre sus cuernos; aunque sea advertida la palabra V-I-C-T-O-R en las constituciones coloniales de la Universidad limeña.

FUENTES

Documentos:

Constituciones, y ordenanzas antiguas, añadidas, y modernas de la Real Vniuersidad, y Estudio General de San Marcos de la Ciudad de los Reyes del Peru. Lima (1735), Imprenta Real, por Felix de Saldaña y Flores.  
 
Artículo:

Homenaje a Menéndez Pelayo. Diario ABC (Madrid), 01.08.1954, pp. 11

Sitios web:



http://www.esacademic.com/dic.nsf/sp_sp_dichos_refranes/1672/tener, Academic, consultado el viernes, 25/05/2012, 6:34 pm.
 
http://buscon.rae.es/ntlle/SrvltGUISalirNtlle, Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española, consultado el lunes, 25/01/2010, 5:00 pm.


http://www.heraldicabc.com/, “Manual de Heráldica”, Gabinete Heráldico: ABC de la Heráldica, consultado el lunes, 25/01/2010, 7:00 pm.
Bibliografía:
ÁLVAREZ Villar, Julián.
La Universidad de Salamanca: Arte y tradiciones. 5ta ed. Salamanca (1993), Ediciones Universidad de Salamanca.  
EGUIGUREN, Luis Antonio
Alma Mater: Orígenes de la Universidad de San Marcos (1551 – 1579). Lima (1939), Ed. Limitada No. 49.
EGUIGUREN, Luis Antonio.
Historia de la Universidad. Tomo I, La universidad en el siglo XVI, Volumen II, Las Constituciones de la Universidad y otros Documentos, Lima/Perú (1951), Editorial Universidad de San Marcos, publicaciones del cuarto centenario.
IRIBARREN, José María; ROMERA, José María.
El porqué de los dichos: sentido, origen y anécdota de los dichos, modismos y frases proverbiales de España con otras muchas curiosidades. España (2005), Institución Príncipe de Viana.
POLO, Rodríguez Juan Luis; HERNÁNDEZ, de Castro Jerónimo.
Ceremonias y grados en la Universidad de Salamanca, Una aproximación al protocolo académico. Salamanca (2004), Ed. Universidad de Salamanca.
VALERA, José M.
El virreinato del Perú: Historia crítica de la época colonial, en todos sus aspectos. Lima (1939).



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